La fe se encuentra con el cosmos
En el mundo intelectual de siglo XIIIPocos pensadores moldearon el pensamiento occidental tan profundamente como... Tomás de Aquino (1225–1274 d.C.).
Filósofo, teólogo y fraile dominico, Tomás de Aquino buscó reconciliar la sabiduría de Aristóteles con las revelaciones de Teología cristiana.
Al hacerlo, le dio a la astrología —en aquel entonces una ciencia floreciente heredada de las tradiciones griega, árabe y escolástica— un lugar cuidadosamente razonado dentro de la filosofía cristiana.
Aunque Tomás de Aquino no practicaba la astrología, comprendía su lógica e influencia. Sus escritos revelan ambas cosas. un profundo respeto por el orden cósmico y una firme defensa de la libertad humana, dando lugar al famoso dictamen:
“Las estrellas se inclinan; no obligan.”
Esta sola frase definiría la actitud de la Iglesia hacia la astrología durante los siglos venideros.
El contexto medieval: un mundo de armonías
Para cuando Tomás de Aquino escribía, la astrología ya había entrado en la plan de estudios universitario.
Textos de Ptolomeo, Abu Ma'shar (Albumasar), y Al-Kindi había sido traducido al latín, mezclando la filosofía natural aristotélica con la mecánica celeste.
La astrología se enseñaba junto con la medicina y la geometría, y se consideraba parte del conocimiento. La creación de Dios a través de causas naturales.
Para escolásticos como Tomás de Aquino, el universo no se dividía entre espíritu y materia; era un todo. jerarquía de causalidadLas esferas celestes transmitieron la voluntad divina a través del movimiento ordenado; el mundo sublunar recibió y expresó estas influencias en forma de clima, temperamento y tiempo.
La pregunta a la que se enfrentó Tomás de Aquino no era si los cielos actuaban sobre la tierra —eso era evidente para todos los filósofos naturales— sino hasta qué punto llegó su influencia en las decisiones y la salvación humanas..
La Summa Theologica: Astrología y causas naturales
En su Summa Theologica (Parte I, Pregunta 115), Tomás de Aquino abordó el tema directamente: “¿Son los cuerpos celestes la causa de los actos humanos?”
Reconoció que los movimientos celestes influyen cuerpos físicos—por ejemplo, las mareas, el clima e incluso el equilibrio de los humores en la constitución humana.
Sin embargo, estableció una distinción crucial entre el cuerpo, que está sujeta a la naturaleza, y el almaque posee razón y libre albedrío.
Según Tomás de Aquino:
Las estrellas pueden afectar las disposiciones corporales, como la salud o el temperamento emocional.
No pueden obligar al alma racional, que está dirigida por el intelecto y la voluntad.
Por lo tanto, la astrología puede revelar tendenciaspero no artículos de primera necesidad.
En esta síntesis, Tomás de Aquino preservó la integridad científica de la astrología mientras se protege responsabilidad moral.
No condenó el arte ni lo aceptó acríticamente; más bien, lo situó dentro del marco de providencia divina—un cosmos ordenado y regido por leyes en el que aún participa la libertad humana.
Las estrellas como instrumentos de la providencia
Para Tomás de Aquino, las estrellas no eran dioses ni poderes independientes, como creían los paganos. Eran causas secundarias—instrumentos de la voluntad primordial de Dios.
Él escribió:
“Los cuerpos celestes son movidos por sustancias espirituales y actúan como instrumentos de la voluntad divina.”
Así, la astrología formaba parte de teología natural: el estudio de cómo la sabiduría divina se manifiesta en el mundo material.
Las estrellas revelaban la armonía de la creación, pero jamás podrían anular la gracia del Creador.
Esta visión unificó la fe y la ciencia en una única jerarquía de significado:
Dios — la Primera Causa y fuente última del orden.
Ángeles e inteligencias: los que mueven las esferas.
Cuerpos celestes: transmisores de influencia natural.
Los humanos: seres de razón, capaces de conocer y trascender la naturaleza.
La influencia de la astrología árabe
La postura matizada de Tomás de Aquino fue moldeada por los filósofos árabes cuyas obras dominaron las universidades medievales: Al-Kindi, Avicena, y Abu Ma'shar.
De ellos heredó la idea de causalidad celestial Funcionan mediante calor, luz y movimiento: fuerzas naturales, no mágicas.
Pero mientras que Al-Kindi y Abu Ma'shar veían la astrología como una ciencia racional dentro de la cadena de causas, Tomás de Aquino añadió una corrección teológica:
La naturaleza opera mediante causa y efecto.
Sin embargo, la gracia opera más allá de la naturaleza.
De este modo, el astrólogo podía leer las tendencias del tiempo, pero el alma permanecía libre en sus elecciones morales y espirituales.
Legado e influencia perdurable
La síntesis de Tomás de Aquino se convirtió en la Posición filosófica oficial de la Iglesia Católica.
Permitía que la astrología se estudiara como parte de la filosofía natural, siempre y cuando no reclamara poder sobre el alma o la voluntad divina.
Esta visión equilibrada mantuvo la astrología intelectualmente viva a través de Renacimiento, donde pensadores como Marsilio Ficino y Giovanni Pico della Mirandola debatió su significado moral y espiritual.
En Ficino's Tres libros sobre la vidaLos ecos de Tomás de Aquino son claros: los cielos influyen en nuestro temperamento y vitalidad, pero la sabiduría nos permite cooperar conscientemente con las estrellas, no someternos a ellas.
El teólogo de la libertad cósmica
Tomás de Aquino le dio a la astrología su centro moral.
Les recordó tanto a teólogos como a astrólogos que el conocimiento de los cielos no es un fin en sí mismo, sino una forma de comprender el orden de la creación.
En su visión, las estrellas expresan la razón divina, pero el alma humana refleja la libertad divina.
En ese equilibrio —entre ley y gracia, causa y elección— Tomás de Aquino ofreció una visión del cosmos que sigue siendo profunda hoy en día:
un universo donde el destino y la conciencia coexisten,
y donde el estudio de los cielos es un acto de reverencia, no de rebelión.



